Las romerías del sureste ibérico, lejos de estar decadencia, han experimentado un importante auge y revitalización durante los últimos años. En ellas es frecuente encontrar a personas de todas las edades compartiendo rituales sagrados y profanos con el mismo entusiasmo. Sin embargo, como ha ocurrido con otras celebraciones religiosas populares, la posmodernidad también ha llegado a las romerías y la devoción está siendo relegada a un papel secundario frente a los aspectos lúdicos y sociales. Aunque siguen coexistiendo el fervor religioso y la fiesta pagana, es ésta última la que está adquiriendo una mayor visibilidad. Y es precisamente esa convivencia entre lo divino y lo humano, entre la fe y el espectáculo, la que centra mi atención como fotógrafo.